Colombia y Corea del Sur intercambiando culturas

Hace algunos meses me inscribí en un programa de mi universidad, el cual consiste en dar  acompañamiento y colaboración a un estudiante extranjero durante su estadía en el país (Colombia). Esta ayuda se ofrece voluntariamente, es decir; sin retribución monetaria por los servicios prestados. Los estudiantes internacionales provienen de todas partes del mundo y vienen a Colombia a estudiar español o a hacer sus maestrías. La colaboración que los participantes de este programa deben prestarle a los extranjeros consiste en todo tipo de cosas: desde estar en contacto constante antes de su llegada al país, hasta ayudándolos a encontrar una buena acomodación permanente cerca de la universidad, ayudarles a diligenciar todo tipo de papeleo, mostrarles la ciudad y acompañarlos a los diferentes sitios turísticos y culturales que esta tiene para ofrecer.

Primero tuve que llenar un formulario y más adelante, después de pasar el primer filtro, me llamaron para una entrevista en inglés, en donde tendría que demostrar que sería capaz de comunicarme con el estudiante internacional asignado, ya que muchos de estos llegan sin hablar ni comprender muy bien el español. Asistí a la entrevista muy ansiosa y asustada, cosa que me suele ocurrir en este tipo de eventos en los que tengo que pensar bajo presión, pero como siempre, fueron más terribles los nervios y la anticipación que la entrevista en sí misma, la cual  resultó ser fácil y tranquila, aunque debido a mi terrible falta de confianza salí convencida de que no me admitirían. Estaba equivocada, a los pocos días me llamaron y me dijeron que había sido aceptada en el programa. Algunos días después me enviaron un correo en el que me dieron a conocer quiénes eran mis estudiantes asignados y así resulté encargada de dos jóvenes coreanos, una mujer y un hombre.

La razón por la que quise participar en este programa es porque me parece una excelente oportunidad para conocer culturas y mentalidades diferentes. Creo que me permitirá entrar en contacto con personas con las que de otro modo y en otras circunstancias jamás habría hablado, personas que debido a su procedencia y a su pertenencia a una cultura diferente a la propia tienen mucho para aportarme y para enseñarme. Pienso que relacionándome con gente que pertenece a mundos completamente diferentes al mío, se me puede abrir mucho la mente y podré comprender de primera mano que la vida no se limita a lo poco que conozco y que afuera hay un mundo entero por conocer y recorrer.

Mediante este proceso de intercambio cultural no solo podré aprender sobre diferentes culturas y estilos de vida sino que también tendré la oportunidad de presentarles mi cultura e idiosincrasia a otros, enseñarles todo lo bonito que tiene para ofrecer mi patria querida, la bella Colombia. Siento que es una oportunidad para mostrar una perspectiva más positiva del país, mostrar un lado diferente al tan conocido y demonizado que difunden los medios y finalmente demostrar que no todo es malo. También quiero hacer gala de la famosa hospitalidad colombiana de la que tanto hacemos alarde.

Creo firmemente que en la vida hay que aprovechar todas las oportunidades que se presentan y por eso decidí hacer parte de este programa. Tengo muchas ilusiones con esta experiencia, pues me parece muy bonito que aunque sea por un corto espacio de tiempo diferentes culturas van a confluir en un mismo punto y aprenderán mucho unas de otras.

Hace algunos días conocí por primera vez a los dos coreanos que me fueron asignados y en el poco tiempo que he convivido con ellos ya he aprendido muchas cosas nuevas sobre su cultura. La cultura colombiana es completamente diferente a la coreana, hacemos de formas muy distintas las cosas más básicas como por ejemplo el saludo, mientras que en Colombia estamos muy acostumbrados al contacto físico y saludamos con un beso en la mejilla y en algunos casos con abrazos, en Corea los roces no son muy comunes y se saluda con una inclinación de cabeza o con un leve apretón de manos.

El chico coreano fue el primero en llegar a Medellín. Llegó el 6 de julio y me encontré con él por primera vez al día siguiente cuando lo recogí en el hostal en el que estaba alojado temporalmente, era un domingo y fui acompañada de dos amigos a los cuales invite para evitar la posibilidad de silencios incómodos, que afortunadamente no se presentaron. Resulta ser que, contrario a lo que creía, me resulta más fácil hablar con aquellas personas con las que tengo menos en común, puesto que hay mucho más para preguntar y aprender de ese otro y también mucho para transmitirle y enseñarle. Al verlo, lo primero que note fue su alta estatura, aproximadamente 185 centímetros o más; su piel blanca y pálida; su cabello corto, lacio y negro como el azabache; y sus ojos café oscuros de forma almendrada. Fuimos a almorzar a un restaurante llamado «Cazuelitas», en donde ordenó una cazuela típica de la región llamada Cazuela Montañera (muy similar a la bandeja paisa), luego lo lleve a nuestra universidad para que la conociera y realizamos un pequeño recorrido por ella; y finalmente nos dedicamos a buscar apartamentos y habitaciones disponibles para la renta en donde se alojaría permanentemente.

A los pocos días, ya estando el coreano cómodamente instalado en el que será durante seis meses su nuevo hogar, llegó la chica coreana, el 9 de julio. Al día siguiente fui a recogerla al hostal en donde se estaba alojando para hacer con ella los mismos procedimientos que realicé con su compañero, solo que esta vez almorzamos en un restaurante llamado «Crepes & Wafles». La población coreana es una muy homogénea y la mayoría de sus habitantes comparten rasgos muy similares, por lo tanto ella comparte muchas características físicas con su contra parte masculina: El cabello lacio y negro que le llega por debajo de los hombros, piel blanca y ojos castaños de forma almendrada , aunque es más baja de estatura, aspecto que compensó ese día usando unos altos tacones negros. Mi primera impresión de ella fue que era muy linda y estaba muy bien vestida, más adelante, durante el transcurso del día, me di cuenta que era una mujer muy femenina, delicada, tierna, tímida y amable. Ese mismo día encontramos un buen apartamento con habitaciones disponibles para la renta en donde decidió alojarse.

Hasta ahora ambos me han parecido muy buenas personas, educados, conversadores,  a la moda, fluidos con el español  y  genuinamente interesados en conocer el país y aprender sobre él. Llevan tan solo unos pocos días en el país y ya han hecho gran cantidad de amigos, se han ido de fiesta, han probado las comidas típicas, tomaron aguardiente y han visitado algunos de los principales sitios turísticos de Medellín. Además de estar abiertos a la cultura colombiana, se muestran también muy orgullosos de la propia, hablando bien de ella en toda ocasión y compartiéndola conmigo y los presentes.

Mi participación en este programa fue una especie de reto que me puse a mí misma para superar la timidez y mejorar mis habilidades sociales. Lo que más me ha gustado de esta experiencia es que me ha permitido salir un poco de mi zona de confort, me ha ayudado a ser más sociable, más amable y de cierto modo más abierta y generosa. Así que todo lo que genere un cambio positivo en mí es bien recibido. A todo aquel que desee tener una experiencia internacional de cualquier tipo y lo esté dudando, yo por mi parte se los recomiendo, pues es una oportunidad enriquecedora de la cual se aprende mucho y abre la mente a nuevos conceptos y posibilidades. También los invito a que conozcan a mi hermosa ciudad, Medellín.

Aquí les dejo el link de un artículo en inglés del Huffington Post en el cual se enumeran algunos datos curiosos (y graciosos) sobre Medellín y su gente:  http://www.huffingtonpost.com/2013/07/20/things-colombians-do_n_3628199.html

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Para recordar en tiempos de crisis

Hace algunos meses me encontré con un pasaje escrito por Albert Einstein en el que expone algunas reflexiones y análisis sobre la crisis. Hallé éste pedacito de sabiduría en el momento adecuado, todo lo dicho en él me ha resultado muy útil e incluso lo tengo pegado en el corcho que tengo colgado en mi habitación, así cada vez que tengo un problema, lo leo e inmediatamente me siento con las fuerzas renovadas para encarar con valor las dificultades de la vida. Por eso quiero compartirlo en mi blog, para que a quién se encuentre con él  le sea también de utilidad, espero que si alguien llega a leerlo lo haga en el momento en que más lo necesite y pueda sacar buenas conclusiones a partir de él. Me gustaría que las personas que se encuentren con éste pasaje aprendan a comprender que las dificultades y los problemas son aspectos inevitables de la vida, que tarde o temprano todos los tendremos que enfrentar y Albert Einstein nos invita a no ver la crisis como algo malo, sino por el contrario, comenzar a verla como algo positivo pues es una oportunidad de aprendizaje y superación personal.

¡Aquí les dejo el pasaje, espero que les sirva tanto como a mí!

 *La crisis según Albert Einstein:

“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’.

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

albert-einstein

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El camino hacia la felicidad

Durante mucho tiempo el hombre ha ido en busca de la felicidad. No existe una sola persona en el mundo que no desee ser feliz. Por más diferentes que somos unos de otros todos tenemos en común ese deseo de alcanzar un estado de felicidad total, no aquella felicidad momentánea y fugaz que se va enseguida como un soplo de viento y que deja en su lugar un pequeño vacío, sino aquella que permanece dentro de nosotros y jamás se va, aquella que a pesar de la adversidad se abraza a nosotros y no se piensa soltar. Muy pocos la encuentran y a la mayoría se les va toda una vida en su búsqueda implacable por conocerla.

Todos tenemos un concepto distinto de lo que es la felicidad, nos gusta definirla de mil modos posibles y tenemos el mal vicio de tenerla siempre sujeta a una condición. Le ponemos mil y un trabas, tantas que no le damos a ésta una sola oportunidad de penetrar los muros y barreras que nosotros mismos fuimos construyendo en nuestro afán por alcanzarla. Nos empeñamos en buscarla en los lugares equivocados y terminamos alejándola, convencidos de que podremos encontrarla en el lujo, en lo material, en lo superficial, bajo la seguridad de un puesto importante, de un status adquirido o simplemente que la podremos encontrar junto a nuestros amigos y familia. La buscamos y la buscamos, cansándonos cada vez más de no poder hallarla y terminamos con ésta horrible sensación de que la felicidad es esquiva, lejana e imposible. Llegamos incluso a pensar que la felicidad fue hecha para otros y no para nosotros mismos.

Creo que la felicidad es algo tan simple que no la podemos comprender. El hombre no está acostumbrado a la simpleza y por eso inventa  métodos cada vez más originales para complicar la felicidad y volverla inalcanzable. Durante años se ha mantenido la creencia de que ésta depende del éxito, así mientras más exitoso seas más feliz serás y si no tienes éxito estás condenado a la infelicidad. Esto hace que nuestro sueño de lograr ser felices sea aún más complicado y difícil de lograr, porque los parámetros del éxito son difusos y nadie los puede dictaminar.

Lo que muchos hombres no han podido o no han querido comprender es que la felicidad no es producto de factores externos sino más bien el resultado de procesos internos. Constantemente buscamos afuera aquello que todo el tiempo ha estado dentro de nosotros. Nuestra felicidad no depende de otras personas, no depende de una posición social, ni mucho menos de la capacidad de adquisición, la felicidad no depende de nada, ella solo es ella y es el producto de una decisión. Cada quien debe elegir ser feliz y entonces lo será. No existen personas felices o personas tristes, simplemente existen personas que DECIDEN ser felices y personas que DECIDEN ser tristes. La felicidad siempre ha estado al alcance de nuestra mano y somos nosotros quienes decidimos si queremos tomarla.

Decidir ser feliz no es algo fácil, porque es una decisión que tenemos que retomar diariamente. Elegir la felicidad implica mirar más allá de las imperfecciones, de las dificultades y de las adversidades, significa que nos tenemos que volver maestros en ver lo positivo por encima de lo negativo y aprender a ver lo bueno detrás de cada situación mala. Ser feliz significa aprender a apreciar, comenzar a agradecer por todo aquello que se tiene en vez de quejarse por todo aquello que hace falta. Debemos perder esa vieja costumbre humana de estar mirando para arriba, hacia aquellos que tienen más y comenzar a mirar para abajo, hacía aquellos que tienen menos, hacia aquellos que sufren más, hacia aquellos que son indefensos, hacia aquellos que viven en situaciones de opresión, terror y crueldad, solo así nos podemos dar cuenta de lo afortunados que somos y de lo mucho que tenemos.

Ser feliz no es tarea fácil y a pesar de que resulta más fácil ser infeliz, considero que la felicidad es mucho más satisfactoria. La vida es demasiado corta como para permitirnos el lujo de ser infelices todo el tiempo. Dedícate a brindarle al mundo sonrisas que te salgan del corazón, agarra las riendas de tu vida y deja de buscar la felicidad lejos sabiendo que la tienes en ti; comienza a apreciar los pequeños detalles que siempre son los más importantes y vive una vida más feliz, ya que después de todo la elección está en ti.

¡Vive, grita, baila, gózate la vida minuto a minuto, incluso llora, saborea la tristeza por algunos segundos pero jamás dejes que te consuma, respira, sigue adelante y olvida las penas que la vida es bella y estamos en éste mundo para ser felices!

Felicidad

* Aquí les dejo un videito: 

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